
ESPACIOS

EL CHIPOTE
Ricardo Castillo
Ahora puedo verme el cadáver, ahora puedo verme la
sensibilidad del pulso.
La soledad tiene 360 grados. Nada gano con ir dulcemente al infierno,
nada gano con hablar de mí a estas alturas de ¡Pum! y olvido.
La calle tiene devastados los adentros; peatones de la
ilusión, farmacodependientes del miedo.
La belleza sólo ha pasado, sólo ha dejado mucho por desear,
sólo mezquinas gratificaciones de la intimidad, puros cuentos.
Ahora puedo ver lo que la equivocación llama suerte,
ahora puedo ver cómo el dolor domestica el rumbo vitalicio.
Es mentira que los ahogados se mueran en un vaso de agua.
Es mentira lo que tú crees de ti.
ODA A LAS GANAS
Ricardo Castillo
Orinar es la mayor obra de ingeniería
por lo que a drenajes toca.
Además orinar es un placer,
qué decir cuando uno hace “chis, chis”,
en salud del amor y los amigos,
cuando uno se derrama largamente en la garganta del
mundo
para recordarle que somos calientitos, para no desafinar.
Todo esto es importante
ahora que el mundo anda echando reparos,
hipos de intoxicado.
Porque es necesario orinarse, por puro amor a la vida,
en las vajillas de plata,
en los asientos de los coches deportivos,
en las piscinas con luz artificial
que valen, por cierto, 15 o 16 veces más que sus dueños.
Orinar hasta que nos duela la garganta,
hasta las últimas gotitas de sangre.
Orinarse en los que creen que la vida es un vals,
gritarles que viva la Cumbia, señores,
todos a menear la cola
hasta sacudirnos lo misterioso y lo pendejo.
y que viva también el Jarabe Zapateado
porque la realidad está al fondo a la derecha
donde no se puede llegar de frac.
(La tuberculosis nunca se ha quitado con golpes de
pecho)
Yo orino desde el pesebre de la vida,
yo sólo quiero ser el meón más grande de la existencia,
ay mamá por dios, el meón más grande de la existencia.