Vamos al circo. Luis Eduardo Alcántara
- Por Luis E. Alcántara
- 7 ago 2018
- 4 Min. de lectura
El número estrella de hoy es un libro antológico que ha cosechado magníficos comentarios desde su publicación: Vamos al circo. Ficción Hispanoamericana, editado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, y supervisado por Agustín Monsreal y Fernando Sánchez Clelo.

127 textos mínimos de igual número de escritores de Argentina, Colombia, España, EUA, Perú, Venezuela y México. El requisito, que cada obra no superara las 100 palabras, el resultado, dardos afilados lanzados por un cherooke que dan en el mero centro de nuestro asombro y que rescatan la memoria de actos prodigiosos de una estirpe que va en extinción, los protagonistas del circo.
Tuve el honor de haber quedado entre el grupo de autores antologados, una satisfacción todavía mayor si tomamos en cuenta que precisamente con este volumen da inicio la colección Ficción Express, una serie muy buscada entre los títulos editados por la querida BUAP. La presentación en la ciudad de México, ocurrida a mediados de 2017, tuvo lugar en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes. Allí se dieron cita los antologadores e invitados especiales, además de un grupo de emocionados autores quienes leímos de nuestra propia voz cada uno de los textos.
"Ya se prepara la legión circense para su desfile bajo las luces tornasoles y sobre la redonda pista recubierta de aserrín. Por unas horas el maquillaje cubrirá la vida de los actores: sus pasiones, los sueños, las frustraciones, el amor y los rencores detonados en un cañonazo, para dejar el asombro untado en los ojos del público exigente de éste día", puede leerse en la nota de contraportada.
A continuación una muestra mínima de éstos textos mínimos, de filigrana tan cuidada. Se vale repetir la lectura. La función puede ser grabada sin fines de lucro.
CUESTIÓN DE PRÁCTICA. Aída López. Nadie conocía el pasado del Hombre Bala; nadie supo que en sus inicios fue una bala perdida.
ESCAPE. Armando Alanís. No fueron candados ni cadenas los que derrotaron al escapista, sino los brazos irresistibles de la contorsionista.


EL MAGO. Marcial Fernández.
Su primer acto fue aparecer un conejo. Luego una paloma, un león, un niño, una manzana, un caballito de mar, un grano de sal, una flor... Y cuando al cabo de siete días el sombrero de copa quedó vacío, el mundo estaba creado.
PROMOCIÓN VÁLIDA. Luis Eduardo Alcántara. Se gratificará de manera adecuada, y sin ninguna clase de averiguaciones, a la persona que tenga en su poder el casco protector del hombre bala y lo regrese en condiciones funcionales al circo. El trato puede incluir dinero en efectivo, previa negociación entre las partes, si lleva también la cabeza del interfecto.
ACTO FINAL. Édgar Omar Avilés.
Tras secarse el sudor con el pañuelo, la concurrencia presenció cómo se ahogaba, impedido para respirar. Fue así como se supo que no era un charlatán: el mago, por descuido, se borró la cara.
EL ESCRITOR DE MINIFICCIONES. Adrián Aguilar. Amo narrar mis aventuras: de esas de rescatar doncellas de altas torres o destruir grandes organizaciones criminales; pero la verdad es que todos los días, después de trabajar saltando aros de fuego desde pequeños bancos, me encierran en ésta jaula y no me dejan escribir.
EL VERDADERO DOMADOR. Marcial Trujillo.
La foca bebé miraba asombrada cómo su padre, con tan sólo tres movimientos de aletas, lograba que la gente que llenaba el circo le imitara.
HUMOR. Paco Rubín.
Menos su infancia, llevaba toda su vida trabajando en un circo de payasos. El día que falleció. Todos se murieron de risa.
EN PRO DE LOS ANIMALES. Samantha Vaquero.
Para mejorar la imagen del circo, el tigre se vio obligado a ser vegetariano, la mujer barbuda a depilarse, los payasos tuvieron que incluir rutinas con perspectiva de género y el elefante a bajar de peso. Ni con éstos cambios pudieron contra la apatía infantil.
VENGANZA. Patricia Nasello.
Despechado ante la indiferencia de ella, el domador ordena a sus leones que ataquen. La maga, con sumo placer, hace de cada fiera un amante.
LA CAÍDA. Ana Clara Muro.
Nunca, en toda su carrera, el trapecista había tenido tantas flores en su cuarto. Ríe en secreto porque ahora nadie podrá quitarle la fama.
FUNCIÓN DE CIRCO. Alberto Muñoz.
¡Bravo, bravo!- gritaba y aplaudía entusiasmado, jamás había visto un león, un camello, un elefante-. Es increíble -dijo sorprendido ante las numerosas figuras que el hombre con sus manos proyectaba en el telón.
EL DOMADOR DE LEONES. Guillermo Ramírez.
Lo único que no pudo domar fue el hambre del león.
PAYASO SONRISITAS. Mónica A. Montoya
En forma de perrito, de gatito, de mariposa. El Payaso Sonrisitas se divertía haciendo figuras con globos a los niños antes de ampliarles la sonrisa con su navaja.
VENGANZA. Laura Pérez Caballero.
La mujer del trapecista estaba nerviosa, casi podía asegurar que su esposo la había visto besándose con el domador de tigres. El llegó a su lado con gesto amable y la tomó cariñoso por la cintura, haciéndola dudar.-Hoy actuaremos sin red- le susurró al oído.
DECADENCIA DEL CIRCO. Adriana Azucena Rodríguez.
Cada día estamos peor. La niña que se convirtió en araña por desobedecer a sus padres, creció y sigue desobediente. Acaba de tener trescientos bebés.
SUERTE DE ENANO. Niké.
El enano llegó lejos. De recién nacido fue abandonado en la entrada de la carpa de un circo. Al crecer, su maestro dispuso que aprendiera todas las labores de su edad. Un día el propietario pasó a la dimensión desconocida y el hombre pequeño ocupó su sitio. Al fin que el enano aprendió a trabajar desde abajo.
INTERCAMBIO VOLATIL. Matilde Pons.
Era tal su deseo por la Trapecista, que el Gimnasta decidió arriesgar el salto, el cual permitiría estar a su alcance. Olvidó que la joven iba a brincar al suyo. Sólo un instante fugaz entrelazaron sus manos.

Vamos al circo. Ficción Hispanoamericana. Monsreal, Agustín; Sánchez Clelo, Fernando. Antólogos. Benemérita Universidad de Puebla, 2017, 183 pp.
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