¿Una cervecita?
- Adán G. Escamilla
- 7 dic 2017
- 4 Min. de lectura
Por algún extraño motivo, los que nacimos y vivimos en la Blanca Mérida pensamos que estamos en un mundo aparte, en donde las cosas son mil veces mejores que en cualquier otro estado de la República Mexicana, aunque rara vez tenemos la oportunidad de comparar nuestros usos y costumbres con los de las demás personas de nuestra muy variada nación.
Una de esas creencias sobre lo mejor que son las cosas en esta capital yucateca se refiere a los bares y cantinas, sitios de esparcimiento que existen en nuestro Centro Histórico, en el segundo cuadro de la ciudad, en las colonias, fraccionamientos, y casi casi en cualquier esquina de esta pacífica zona, incluyendo, por supuesto, los demás municipios y ciudades del estado.
Es muy común decir entre meridanos que en esta ciudad es el único lugar en donde uno puede sentarse a “comer” en una cantina, pagando únicamente el precio de la cerveza. Me explico. Si usted, estimado lector, entra a la cantina “El Alegre Sapo”, en la siempre viva colonia Industrial, puede pedir una “media” o una “caguama”, y luego de servírsela, la mesera le llevará la correspondiente botana. Dicen los que tienen más mundo que en cualquier bar del país la botana consiste en cacahuates o palomitas, mientras que en la cantina a la que hago referencia en Mérida le servirán chicharrón con tomate y cebolla, frijoles refritos, tostadas, papas en escabeche, carne guisada de diversas formas, limones con sal, entre otras cosas. ¿Terminó usted su caguama y pidió otra? De inmediato le llevarán más botana, y es por ello que muchos parroquianos afirman que en las cantinas los tratan mejor que en sus casas.

Si avanza uno varias calles hasta llegar al bar “Las Espuelas de Oro” el tratamiento es el mismo para el cliente. Le servirán la cerveza de su preferencia, acompañada de inmediato por pequeños platos con chicharrón y ensalada, guacamole, cebollas asadas, algún guiso de carne y limones, repitiéndose la dosis una vez que pida usted la segunda “tanda”. En lo personal he tenido oportunidad de estar en otras ciudades de la República ajenas a mi querida Mérida, pero por desgracia no se me ha ocurrido entrar a algún bar o cantina para confirmar si, efectivamente, la botana que sirven es nada más para pasar el rato, o si bien hay un menú para elegir un platillo con un costo adicional. Aclaro: la botana que se sirve en Mérida no tiene costo. Usted sólo paga las cervezas o licores que haya ordenado, pues la botanita es cortesía de la casa. No podría asegurarlo, pero posiblemente en muchos otros sitios del país exista esta costumbre en los bares, aunque lo destacado es que en Mérida es una generalidad. Es decir, bar o cantina donde se venda cerveza igualmente ofrece botana y comida gratis.
Por supuesto, estamos hablando de bares y cantinas en el estricto, tradicional e histórico sentido de la palabra. Al menos en Mérida, las cantinas tradicionales tienen varias costumbres, empezando por el servicio de botanas y comida para gusto de los paladares visitantes. Aunado a lo anterior, una cantina que se precie de serlo, cuenta sólo con baño para hombres, pues las mujeres no están invitadas. Por supuesto, a menos de que se trate de una cantina con meseras, en donde ellas serán las únicas representantes del género femenino, ya que difícilmente las cantinas son frecuentadas por mujeres.
Tal vez suena machista o misógino en estas épocas cada vez más cambiantes el hecho de que las mujeres no forma parte de la clientela regular de una cantina, aunque hay que reconocer que a una que otra fémina, de las consideradas “guerreras”, les vale un cacahuate el asunto del machismo en la cantina y entran como cualquier caballero para ser partícipe de la degustación de la cerveza de su preferencia, acompañada de su botana del día, y así darle gusto al estómago, al hígado y al paladar.
Por desgracia, son varias ya las cantinas tradicionales meridanas que han tenido que cerrar sus puertas, ya sea por la baja clientela o por el elevado costo en las rentas. Claro ejemplo de esto último fueron las cantinas “El Bufette” y “El Grillón” en el Centro Histórico de Mérida, que ya no existen, o bien “La Negrita”, en el segundo cuadro meridano, que por la baja clientela, pese a tener una historia de más de 100 años, tuvo que rendirse ante la “modernidad” y convertirse en un bar “incluyente”, de los llamados “hipster”, en donde hombres, mujeres, jóvenes, turistas nacionales y extranjeros, tienen cabida en un ambiente festivo que ahora sí atrae a muchos clientes.
Estas líneas, por supuesto, no tienen la intención de hacer propaganda a sitio alguno en Mérida, sino hacer únicamente una breve referencia del ambiente generalizado, a muy grandes rasgos, de lo que se vive en los bares y cantinas de esta ciudad. Si usted visita la capital yucateca desde algún otro estado de la República, en este caso sí le serviría como guía turística para alcoholizarse y comer a gusto. Si no lo hace, que sea nada más para tener una pequeña idea de cómo son estos sitios de agradable solaz y esparcimiento. Acompañan a estas líneas una foto del exterior de la añeja cantina “El Alegre Sapo”, y una sobre parte de la botana que se sirve de manera gratuita en “El Mesón Yucateco”. Y con el permiso de ustedes, me retiro para ir por una fría porque además de sed, ya hace hambre. ¡Salud!


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