Hubo Tsunami Electoral
- Luis Eduardo Alcántara
- 13 ago 2018
- 4 Min. de lectura
En una votación inédita y masiva, los candidatos del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no solamente ganaron la presidencia del país, con Andrés Manuel López Obrador al frente, sino que tienen la mayoría en el Congreso federal, la mayoría de las delegaciones capitalinas, lo mismo que las alcaldías en el interior del país, y las gubernaturas disputadas siguieron el mismo tono.

En resumen aplastaron a sus rivales. El voto de castigo al viejo régimen, a sus privilegios y a sus costosas fallas se dejó sentir como hace mucho tiempo no ocurría. El mismo día de las votaciones, al anochecer, Andrés Manuel López Obrador -de la coalición Morena, PT y Encuentro Social- ostentaba un abrumador 52.96 % de los votos, seguido por Ricardo Anaya Cortés -PAN, PRD y Movimiento Ciudadano- con el 22.49%, José Antonio Meade Kuribeña -PRI, Partido Verde y Nueva Alianza- con el 16.40%, y Jaime Rodríguez Calderón -candidato independiente- al final con sólo 05.13%.
Desde entonces López Obrador se deja ver a diario en plan de concordia con muchos personajes de la vida pública, entre ellos su rival electoral, José Antonio Meade, también con miembros del sector empresarial, con el presidente Peña Nieto -a quien ha dicho que perdonará cuando asuma el gobierno-, con el viejo líder Cuauhtémoc Cárdenas, con Marcelo Ebrard -futuro secretario de Relaciones Exteriores-, con los futuros miembros del gabinete, con el pueblo que se acerca a saludarlo o tomarse la foto en su todavía casa de campaña en la colonia Roma. Fatigado pero feliz, AMLO encabeza al equipo de transición que debe allanar su llegada en diciembre próximo, y se da tiempo para mandar invitaciones a ministros y a jefes de estado para que asistan a su toma de posesión, entre ellos Donald Trump.
Así pues, ha sido una transformación drástica. Entre las elecciones presidenciales de 2012 y las de 2018, el mapa político de México cambió en más de un 60%. En 22 de los 32 estados del país, la mayoría de los electores favorecieron a una fuerza política diferente a la que habían apoyado en los comicios anteriores. El cambio más radical tiene que ver con los resultados obtenidos por el hasta ahora oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI) que pasó de haberse impuesto en 2012 en 20 estados a no ganar en ninguno en 2018.
La tercera fue la vencida
Pero si unos bajan, otros suben. El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), encabezado por el futuro presidente del país, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien como candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) pasó de haber triunfado en ocho estados en los comicios de hace seis años a imponerse en 31 de las 32 entidades federales del país, ahora dio forma a un instituto político que en poco tiempo ostenta un crecimiento notable y larga durabilidad.
AMLO ganó las presidenciales con más de 52% de los votos, algo que las encuestas preliminares avisoraban pero que se materializó en las urnas. Superó a sus competidores con una ventaja contundente, en al menos 13 estados en los que recabó más de 60% de los apoyos totales. Su presidencia será legítma y la mayoría que alcanzó Morena en el Congreso Federal, le permitirá impulsar sin problemas las reformas y proyectos que considere necesarios.
Así es, de acuerdo con estimaciones de la encuestadora Consulta Mitofsky y de otras más, Morena y sus aliados podrán disponer la mayoría parlamentaria tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. Por lo que no solamente tendrían en sus filas al nuevo Jefe de Estado sino también una fuerza legislativa que apoye con fuerza a su agenda política. Lo que vivimos representó un momento inédito. La misma noche de la elección, Ricardo Anaya y Jose Antonio Meade reconocieron su amplia desventaja y el triunfo de AMLO. Por su parte el tabasqueño llamó a la reconciliación nacional y al combate de la corrupción. "Por el bien de todos, primero los pobres. No les voy a fallar", dijo ante una abarrotada plancha capitalina, frases clamoreadas por miles de personas que lo recibieron en el Zócalo la noche de los resultados que lo encumbraron.
"El nuevo proyecto de nación buscará una auténtica democracia y no una dictadura abierta ni encubierta. Los cambios serán profundos pero con apego al orden legal", aseguró. Es la primera vez que México gana las elecciones un candidato de izquierda. Pero el momento histórico que vive el país no es sólo por eso. Pocos minutos después de que cerraron los centros de votación, el abanderado tricolor José Antonio Meade reconoció su derrota y le deseó éxitos a López Obrador.
Y casi enseguida hizo lo mismo el otro contendiente fuerte, Ricardo Anaya. Ambos tuvieron gestos y actitudes inéditas en México para candidatos perdedores: no sólo reconocieron la derrota en horas álgidas sino que además felicitaron al triunfante y le desearon suerte. La única vez que algo parecido ocurrió fue en 2000, cuando el PRI perdió el gobierno por primera vez. En ese momento, casi a la medianoche, el entonces presidente Ernesto Zedillo reconoció la victoria de Vicente Fox. Eso obligó al candidato de su partido, Francisco Labastida, a hacer lo mismo, pero en su discurso dijo que esperaría los resultados finales, los cuales se conocieron días después.
Hoy el escenario es distinto. El reconocimiento nítido de la derrota "no lo había hecho nadie, y nadie es nadie", dijo el escritor Héctor Aguilar Camín en una mesa de análisis de Televisa. Las formas políticas marcan una historia distinta en el país. Y desde entonces todo es miel sobre hojuelas. Otro factor importante son los números. AMLO, sería el presidente que cosecha más votos en la historia del país.
En la década de los 60 y 70, cuando el PRI ganaba todas las elecciones, sus candidatos presidenciales tenían altos porcentajes de votación. Pero la cantidad de sufragios no era tan grande en parte porque no existía ni estaba arraigada cultura del voto. La asistencia a las urnas era moderada. Y también porque hoy la población del país es mucho mayor. Se nota en el número de votantes registrados, más de 89 millones según el Instituto Nacional Electoral (INE). El conteo rápido hecho público por el instituto le dio rápidamente al tabasqueño más del 50% de los sufragios. Al inicio de la jornada electoral se esperaban unos 53 millones de votos. Fueron varios millones más. Con una participación de alrededor del 63%, votaron unos 56 millones, y desde entonces las cifras se depuran.

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