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EL HOMBRE SAPO  CAPÍTULO 1114

 

Gran desasosiego provocó entre los vecinos de la Villa de Coyoacán el que una nueva empleada entrara el servicio de la extraña doña Luisa Gómez de Oropeza, linajuda anciana de temperamento hostil y de una fealdad superior. Ramira, la ama de llaves, le recomienda a su joven sobrina Eufrosina, la nueva ayudante, que no tema ni preste atención de las cosas raras que presenciará, pues doña Luisa es una mujer enferma, sola y llena de achaques.

 

     - No hagáis caso si escuchaís que llora o grita, pero acudid en el acto si hace sonar la campanilla

     - Sinceramente tía, me han dicho tantas cosas sobre doña Luisa desde que llegé, que la verdad me siento inquieta.

     - Os recomiendo que no temáis a cuanto se os ha dicho, que es sólo una buena anciana enferma. De vos, y sólo vos, dependerá que duréis mucho tiempo en el servicio.

 

      Intrigada, Eufrosina escucha por las noches lamentos, cadenas que se arrastran y una especie de diálogo que surge de la recámara de su patrona, que es contigua a la suya. Una mañana, por más que intenta no hacer ruido al entrar a la alcoba principal, descubre en el suelo ropa de caballero en desorden, y en un abrir y cerrar de ojos la niña tiene ante sí a la mujer más horripilante que jamás mente humana haya conocido, una especie de zombie levantada de su tumba. Con gran furia, la vieja reprueba la curiosidad de Eufrosina, aunque le dice que la perdona si se compromete a limpiar y cuidar del guardarropa de su esposo, a quien ama por sobre todas las cosas; le dice además que siempre llega por las noches cuidando de no ser visto.

 

      Al día siguiente, los demás criados se intrigan al conocer el relato de la jovencita  pues aseguran que el esposo de la vieja falleció muchos años atrás.

 

      -Ninguno de vosotros me habló del señor amo y anoche llegó a visitar a la señora ama.

      - ¿Que estáis diciendo insensata?

      - Que anoche llegó el señor amo y la ama lo trató con gran dulzura.

      - Imposible.

      - Debéis saber desdichada que el señor amo murió hace sesenta años.

 

      Alentada aun más su curiosidad, Eufrosina desea conocer la verdad. Cuando llega la noche ingresa sigilosamente a la recamara. En medio de la penumbra escucha besos y encendidas frases de amor por parte de doña Luisa.. En cosa de segundos, Eufrosina  observa con horror al marido de la vieja acostado sobre la cama: se trata de un esqueleto viejo y amarillento ataviado con los ropajes que ella misma cuidó, y en seguida escucha la confesión de su asesinato por parte de doña Luisa, cometido, dijo ella, por celos y por un amor enfermizo.

 

     - Sabedlo todos...... ¡Yo le maté!..... 1Sí¡... ¡Yo le di muerte!.... Sólo así fue mío... sólo así pude tenerle todos estos años a mi lado y vengar sus deslices....... ¡AAAAyyyyyy!

 

       Criados y empleados, le sujetan por la fuerza y le amarran, pues doña Luisa que ha perdido la razón.

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